- ¿Qué tenés puesto?
- Pantuflas
- ¿Nada más?
- Una corona
- ¿Me estás jodiendo?
- Te estoy respondiendo.
La reina de las pantuflas apagó su lámpara de lectura con conexión de siete megas. Era hora de borrar el día con algún sueño, de esos en los que calza zapatos hermosos, con grandes tacones y que, maravillosamente, no le duelen.
La reina de las pantuflas no salía mucho de casa, no es decoroso para una reina salir sólo en corona y pantuflas pero ¿qué iba a hacer? eso era lo que era la reina de las pantuflas y no tenía ni necesitaba, objetivamente, nada más. "¿Qué llevaba puesto?" absurda pregunta, lleva el reino de las pantuflas a su cuesta, toma decisiones importantes, lleva puestas contracturas en los hombros. Mucho estrés.
Se puso las pantuflas rojas, quería sentirse sexy, las que tenían un bordadito de encaje negro. Se sacó la corona, se desordenó el pelo. Tengo puesta la fogosidad de mi cuerpo, tengo puesta mi cabeza en la almohada, mis fantasías en que alguien venga y...
Tacos, zapatos con tacón. Quizás unas lindas medias.
- ¿Qué llevas puesto?
- A vos te voy a llevar puesto, pelotudo, soy la reina de las pantuflas, teneme respeto.
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27 febrero, 2013
06 febrero, 2013
Intento de un capítulo
A veces escribo cosas... esta es más real.
Debió ser muy temprano en la mañana, 5:30 am quizás, sólo se escuchaba algún ronquido y respiraciones pesadas de sueño. La orquesta somnífera se ve interrumpida por unos pasos y ruidos metálicos que se acercaron a la cama más lejana del semi-círculo, cerca del baño.
- Extendé el brazo, por favor, te vamos a tomar una muestra de sangre.
Con la vista borrosa la muchacha entregó su brazo de 23 años. Se alegraba de estar tan dormida, sino hubiera sido una escena complicada, no se le daba bien los asuntos que involucraran sangre y objetos corto-punzantes.
El sueño continuó hasta que volvió a despertarse, esta vez, con sonidos de gente levantándose, ya debían ser las 8 y era hora de desayunar, los horarios de las comidas están muy marcados en los hospitales. Se puso un abrigo muy grande para ella y se acercó a la mesa dónde empezaban a servir las cosas mientras se refregaba los ojos. No tenía permitido aun bajar al comedor, tenía que pasar unos días ahí, en Cuidados primero, el lugar donde eras vigilado 24/7 y no existían cosas tales como cuchillos (es muy molesto esparcir mantequilla con una cuchara -pensó). Con su café con leche venía gratis una dosis de pastillas gratis; ansiolíticos y antidepresivos. Luego de comer con ganas, no como la otra chica que parecia de su edad que había que obligarle a comer, esperó su turno para usar el baño y ducharse. Las pastillas y el baño fueron suficientes para querer dormir otro rato, después de todo no tenía ganas de bajar y hacer nada junto a un montón de gente que no conocía y que estaba igual o peor que ella.
Pronto se daría cuenta que su actitud no era la correcta, al otro día demostró más energía y ganas de hacer cosas, así salía de Cuidados más rápido. Efectivamente, tres días después la cambiaron al tercer piso, a una habitación compartida con una señora mayor que fue su compañera en Cuidados y pasó a comer al comedor general en planta baja. Nunca pensó que un cuchillo podía ser un lujo, pero así eran las cosas en el hospital psiquiátrico: lápices, poder llamar por teléfono, salir a la calle, comer alguna golosina, todo un lujo.
05 febrero, 2013
La oscura vida radiante
Cambia tus sentidos
Estoy sorprendida, la vida no se cansa de tirarme magia cada vez que estoy en la oscuridad. Un destellito luminoso al que me acerco, con miedo, pienso que es uno de esos "pez luz" que habitan en las profundidades, lucesita con un transfondo de dientes afilados... pero no. Cada vez que rompo con esa barrera de miedo me doy cuenta que era puramente algo bueno y que vale la pena seguir cuando tenía todo deshecho.
Volver a comenzar.
Aun no leí "La oscura vida radiante" pero creo que ya entiendo esa novela. Creo que Aniceto Hevia vino a dejarme un mensaje que no tengo que olvidar. Por más tenebroso que sea sobrevivir hay magia, hay luz.
Podría quejarme de la oscuridad pero prefiero agradecer la luz.
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Ayer fui buena chica (?) y fui a la facultad, cagada en las patas de miedo, aun no puedo superar esas cosas. No sé cómo voy a llevar adelante la cursada pero los rayitos de luz se asomaron, gente queriéndome ayudar por todos lados y, por arte de magia, hoy el psiquiatra me sacó una de las pastillas que tomaba a la mañana. :)
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Ayer fui buena chica (?) y fui a la facultad, cagada en las patas de miedo, aun no puedo superar esas cosas. No sé cómo voy a llevar adelante la cursada pero los rayitos de luz se asomaron, gente queriéndome ayudar por todos lados y, por arte de magia, hoy el psiquiatra me sacó una de las pastillas que tomaba a la mañana. :)
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