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31 octubre, 2012

Se me sale del corazón

A veces pienso cosas...

Yo, olfateando el cielo
para encontrar
fragancia
tuya
que luego sea nuestra,
y -tal vez-
yo olfateando tu lugar
en la cama
fragancia
tuya
derramada, encaramada,
luego de despertar.

Yo, urgando en la arena,
descubiendo
texturas
la piel tuya
y -tal vez- 
nuestra,
urgando en húmedo y seco,
borde de la playa,
límites sin definir,
la piel
tuya
desesperada, encaramada,
antes de dormir.

23 septiembre, 2012

Con-tinuando

Continuación de  A veces pienso cosas y me creo grosa por eso, luego las escribo. Fin.

 

 Luego llegó otro día, siempre llegan otros días, que estaba sin él. No sé quién se aburrió primero, pero yo me entretuve antes seguro, con otro, claro, y la cosa no podía seguir así.
Agarré un par de cosas y me tomé el subte, cuando escapo me gusta que hayan expectadores, es más de película, por lo tanto menos real y menos doloroso. Sí, muchas veces hago escenas para disminuir el dolor de la realidad. El subte y mis pies me llevaron a la casa de unos amigos, si es que a eso se le puede llamar "casa" -por suerte si puedo llamarlos amigos- ahí derramé lágrimas en sus consuelos y en su suelo mientras las cámaras seguían grabando, poco después desmontaron el set. ¿Qué hago cuando no soy una actriz? No sé, modo automático, rutina, nada interesante, creo. No me gusta verlo, mis ojos son pantallas, sólo el show pasa por ellos. Mi boca y mi nariz, sin embargo, quedan conectados a la realidad, me cuentan cosas, como que seguí comiendo y que probé otros labios, que ya era primavera y que un perfume masculino anunciaba una nueva temporada de mi estelar. Me dejé llevar por la ansiedad y sonreía porque sí, iba a llegar pronto otro día con una nueva historia.

18 septiembre, 2012

Sobre retener

Inflexionando

Si pudieras retener algo, ¿qué sería? Un momento, una persona, un recuerdo, una sensación, ¿la vida?
Sufrimos cada segundo por las pérdidas, por lo efímero que termina siendo todo lo bueno. Al final también, mirando para atrás, lamentamos hasta lo malo que nos pasó, sólo por el hecho que nos pasó, quizás, si no se iba no lo sufríamos. Hay gente que por miedo a las sombras camina bajo la más grande que encuentre. Pero no quiero hablar de eso ahora. Retener.
Y, nacimos tratando de retener -mientras todo se nos escapaba- la respiración, el pecho de nuestra madre, el pis, la comida, ¿la vida? 
Nos enseñan a retener, "enseñanza", la escuela es eso, retener algo en la cabeza, con eso bastaba para aprobar. Después se pone todo más jodido, obvio, sobretodo cuando quieres retener un rostro, un perfume de un otro en la almohada que hace suspirar. Retén tu trabajo, tus amigos -que ya pocos deben ser, la adultez no ayuda en eso-.
Pero retener duele, es incómodo, hasta insalubre: "vaya al baño, mijito, no se aguante que le hace mal".
Y tenemos que encarar el fluir de las cosas: "llora, que ya va a pasar". ¿Dónde habrá mayor alivio? ¿Retener o fluir?
Un tire y afloje, bien lo aprendió el mar con las olas, sí, la naturaleza es sabia y esas cosas. Retener mientras sea sano, dejar fluir para que lo sea ¿será esa la fórmula? Yo no sé, tengo la cabeza llena de sombras.

23 julio, 2012

Al fondo a la derecha

[Escrito durante mi internación]

En Inflexionando, al fondo a la derecha, hablamos de ese momento que llega, inesperadamente, y tocas fondo. Más fondo que cualquier hondo fondo que hubieses imaginado. -O quizás imaginaste y luego te reiste de tal fatalismo ridículo-.

Hoy les escribo en una hoja de papel desde un psiquiátrico, hablemos con propiedad, desde una clínica psicopatológica, disfrutando de las múltiples psico-algo-cosas, muy aburrida, con mi cocktel de psicofármacos en cada comida. Si, hoy estamos al fondo -a la derecha-. Completamente inesperado pasó y por suerte que pasó, porque me da miedo pensar qué hubiera pasado si no venía y seguía como estaba, o sea, si sé que hubiera pasado, se me iban a explotar los tornillos. Hoy no tenemos nada que decir (¿y ese plural?), salvo contarles que de acá también se sale, tanto de una clínica como del fondo, así que tranquilos. 

Esto no es una cosa para no pensar, acá se piensa mucho más aun porque no hay mucho que hacer y porque las sesiones con la psicológa te mantienen todo presente. Cuando se llega a este tipo de fondo no se puede ignorar o plasmar y luego mandarse a cambiar. Iba a dar ejemplos innecesarios, dejemos ahí. No hay desahogo, no hay nada superficial, está en todas partes. Eres, ahora, el fondo, hay que levantar todo para salir.

Por otro lado sí cambiamos los sentidos pero es distinto... no funciona bien la cabeza como para hacerlo sólo a nivel cerebral nada más, tampoco los sentidos o los desentidos te sacan de esto, sin embargo son herramientas. Y son justamente herramientas las que se necesitan y se crean en un espacio como este. -También pasa con la psicoterapia, pero eso no es tocar fondo ni serlo-. Como sea, crear herramientas para dejar de ser fondo no es sencillo. Hay mil llaves para las muchas cerraduras, soluciones y problemas.

Acá yo tengo una rutina muy marcada y establecida en lo que son los descanzos y las comidas. Tomo líquido y converso para la cotideaneidad, mis medicamentos, ver a la psiquiatra unos minutos 3 veces por semana, dos veces a la psicóloga y 1 vez de psicoterapia (como venía haciendo) para el equilibrio, salud mental y avances para salir pronto de acá. Terapia Ocupacional, terapias grupales y pintar mandalas, dan mayor contensión y matar el tiempo. Dados, cartas, pool y T.V. para el ocio (matar tiempo, todo es matar tiempo)... Quiero salir y hacer cosas con mi tiempo... Trato de volver un poco a hacer Sky.Life o finalizarlo (Nota: lo finalicé). No hago gimnacia aunque se puede, no hago porque me angustia, mis mambos mentales no resueltos, uno más como tantos otros. Recibo visitas y llamados con mucha felicidad. Pienso bastante, en mí, en pasado, presente y futuro, me agoto y no es hora de poder dormir siesta. Soy débil y si no tuviera estas cosas se rompe todo. Se me va el cerebro al carajo. Re carajo.
Al fondo a la derecha, espero no tener que volver a esto, espero volver a escribir sobre soluciones y recuerdos. 

Por ahora sólo puedo asegurar: fuerza. Fuerza hay que tener, para aguantar y salir, subir ¡fuerza, qué se puede!, que no todo es tan terrible, que hay cosas hermosas. Ánimo. Todos podemos. La internación es un paso como tantos otros, depre, bipolar, adicción, trastornos, lo que sea que tengas... You can fucking do it! We can. Yes, we can.

Los quiero.

10 mayo, 2012

Hijo de Ladrón (extracto)

Manuel Rojas es uno de mis escritores favoritos, vengo a dejar un extracto de una de sus novelas "Hijo de Ladrón". Siempre que leo esto me vuela la cabeza.


"Imagínate que tienes una herida en alguna parte de tu cuerpo, en alguna parte que no puedes hubicar exactamente, y que no puedes, tampoco, ver ni tocar, y supón que esta herida te duele y amenaza abrirse o se abre cuando te olvidas de ella y haces lo que no debes, inclinarte, correr, luchar o reír; apenas lo intentas, la herida resurge, su recuerdo primero, su dolor en seguida: aquí estoy, anda despacio. No te quedan más que dos caminos: o renunciar a vivir así, haciendo a propósito lo que no debes, o vivir así, evitando hacer lo que no debes. Si eliges el primer camino, si saltas, ríes, corres o luchas, todo terminará pronto: la herida al hacerse más grande de lo que puedes soportar, te convertirá en algo que sólo puede ser sepultado y que aún podría pasarse sin ese requisito. Si esto ocurre, querrá decir que tenías un enorme deseo de vivir y que exasperado por la imposibilidad de hacerlo como querías, preferiste terminar, y esto no significará, de ningún modo, heroísmo: significará que tenías una herida, que ella pudo más que tú y que le cediste el sitio. Si eliges el segundo camino, continuarás existiendo, nadie sabe por cuánto tiempo: renunciarás a los movimientos marciales y a las alegrías exageradas, y vivirás, como un sirviente, alrededor de tu herida, cuidando que no sangre, cuidando que no se abra, que no se descomponga y esto, amigo mío, significará que tienes un enorme deseo de vivir y que, impedido de hacerlo como deseas, aceptas hacerlo como puedas, sin que ello deba llamarse, óyelo bien, cobardía, así como si elegiste el primer camino nada podrá hacer suponer que fuiste héroe: resistir es tan heroico o tan cobarde como renunciar. Por lo demás, las heridas no son eternas, y mejoran o acaban con uno, y puede suceder que después de vivir años con una sientas de pronto que ha cicatrizado y que puedas hacer lo que todo hombre sano hace, como puede ocurrir, también, que concluya contigo, ya que una herida es una herida y puede matar de dos maneras: por ella misma o abriendo tu cerebro otra, que atacará sin que te enteres, tu resistencia para vivir; tú tienes una herida, supongamos en un pulmón, en el duodeno, en el recto o en el corazón, y quieres vivir y resistes, no te doblegas, aprietas los dientes, lloras, pero no cedes y sigues, aunque sea de rodilllas, aun arrastrándote, llenando el mundo de lamentaciones y blasfemias; pero un día sientes que ya no puedes resistir; que tus nervios se sueltan, que tus rodillas y tus piernas no te soportan y se doblegan: caes entonces, te entregas y la herida te absorbe. Es el fin: una herida se ha juntado con la otra, y tú, que apenas podías aguantar una, no puedes con las dos. No sé si conocerás algunos nudos marinos; es posible que no; como la mayoría de los mortales conocerás sólo un ejemplar de cada cosa u objeto y al oír hablar de nudos recordarás nada más que el de rosa, sin que ello signifique que lo sepas hacer bien; no se necesita saber muchas cosas para vivir: basta con tener buena salud. Hay un nudo marino, llamado de pescador, que recuerda lo que te estoy diciendo: está constituido por dos hechos que, siendo semejantes, ocurren aisladamente y que mientras están aislados no son peligrosos; el peligro está en su unión: toma un cabo, una piola, por ejemplo, un vaivén, y haz, sobre otra piola o sobre otro vaivén, tomándolo, un nudo ciego; ese único nudo que sabes hacer correctamente, sin apretarlo demasiado y sin dejarlo suelto; que muerda, como se dice, y con el extremo de la piola sobre la cual has hecho este nudo, haz otro igual sobre la primera y tendrás así dos piolas unidas por dos nudos ciegos colocados a una distancia equis; en esa situación son inofensivos, peor aún, no sirven para nada; pero el nudo no ha sido hecho aún: si tomas las piolas o los vaivenes de la parte que está más allá de los dos nudos y tiras separando tus manos, los nudos, obedeciendo al tirón, se aproximarán el uno al otro con una docilidad que quizá te sorprenda en dos nudos que aparentemente no tienen obligación de obedecer a nadie y si tiras con violencia verás que no sólo avanzan hacia sí con rapidez sino que, más aún, con furor, uniéndose como con una reconcentrada pasión; una vez unidos no habrá tirón humano o animal que los separe o desate; allí se quedarán, aguantando el bote o la red, toda una noche, hasta que el pescador, fatigado al amanecer, los separe de su encarnizada unión con la misma sencillez con que la muerte puede separarte de la vida: con un simple movimiento de rechazo hacia un lado u otro...
Pero imagínate que no tienes ni la primera ni la segunda herida de que te he hablando, sino otra, una con la que puedes nacer o que puede aparecer en el curso de tu existencia, en la infancia, en la adolescencia o en la adultez, espontáneamente o provocada por la vida. Si naces con ella puede suceder que sea pequeña al principio y no te moleste demasiado, sin que podamos descartar la posibilidad que desde el principio sea grande y te impida hablar o caminar, pongamos por caso, todo ello si tener en cuenta el lugar en que nazcas, que puede ser, un conventillo, una casa o un palacio. Podrá o no haber, a tu alrededor, gente que se interese o no se interese por ti y que quiera o no ayudarte; si la hay y se interesa y te quiere, podrás llegar a ser conservado, excepto si tu herida, esa herida que ni tú ni nadie puede ubicar, pues está en todas partes y en ninguna: en los nervios, en el cerebro, en los músculos, en los huesos, en la sangre, en los tejidos, en los líquidos y elementos que te recorren; excepto si tu herida, digo, puede con todo y con todos: con la medicina, con la educación, con tus padres, con tus profesores, con tus amigos, si es que llegas a tener todo eso, pues hay innumerables seres humanos que no tienen ni han tenido medicinas, educación, padres, profesores ni amigos, sin que nadie parezca darse cuenta alguna de ello ni le atribuya, importancia alguna en un mundo en el que la iniciativa personal es lo único que vale, sea esa iniciativa de la clase que sea, siempre que deje en paz la iniciativa de los otros, sea ésta de la índole que sea. Si la herida puede con todo y con todos y sus efectos no disminuyen sino que se mantienen y aumentan con el tiempo, no habrá salvación alguna para ti; salvación no sólo en cuanto a tu alma, que estará perdida y que en todo caso es de segunda importancia en el mundo en que vivimos, sino en cuanto todo tú; y ya podrás tener, en latencia, todas las virtudes y gracias que un hombre y un espíritu pueden reunir; no te servirán de nada y todo en ti será frustrado: el amor, el arte, la fortuna, la inteligencia. La herida se extenderá a todo ello. Si tu gente tiene dinero, llevarás una vida de acuerdo con el dinero que tiene; si te gente es pobre o no tienes familia, más te valiera, infeliz, no haber nacido y harías bien, si tienes padres en escupirles la cara, aunque es más que seguro que ya habrás hecho algo peor que eso. Puede suceder que la herida aparezca en la adultez, espontáneamente, como ya te dije, o provocada por la vida, por una repetición mecánica, supongamos: el ir y venir, durante decenios, de tu casa al trabajo, del trabajo a tu casa, etcétera, etcétera, o al hacer, día tras día, a máquina o a mano, la misma faena: apretar la misma tuerca si eres obrero, lavar los mismos vidrios si eres mozo, o redactar o copiar el mismo oficio, la misma carta o la misma factura si eres oficinista. Empezará, a veces, con mucho disimulo, tal como suele aparecer, superficialmente, el cáncer, como una heridita en la mucosa de la nariz, de la boca o de los órganos genitales o como un granito o verruguita en cualquier milímetro cuadrado de la piel de tu cuerpo. No le haces caso al principio, aunque sientes que el camino entre tu casa y la oficina o taller es cada día más largo y más pesado; que los tranvías van cada vez más llenos de gente y que los autobuses son más incomodos que antes y los choferes tocan cada vez más brutalmente sus bocinas; tu pluma no escribe con la soltura de otros tiempos; la máquina de escribir tiene siempre la cinta rota y una tecla, ésta, levantada; el hilo de las tuercas está siempre gastado y tu jefe o patrón tiene cada día una cara más espantosa, como de hipopótamo o de caimán, y por otra parte notas que tu mujer ha envejecido y rezonga demasiado y tus hijos te molestan cada día más: gritan, pelean, discuten por idioteces, rompen los muebles, ensucian los muros, piden dinero, llegan tarde a comer y no estudian lo suficiente. ¿Qué pasa? La herida se ha abierto, ha aparecido y podrá desaparecer o permanecer y prosperar; si desaparece, será llamada cansancio o neurastenia; si permanece y prospera, tendrá otros nombres y podrá llevarte al desorden o al vicio; al alcoholismo, por ejemplo, al juego, a las mujerzuelas o al suicidio. Tú habrás oído hablar del cansancio de los metales y esta frase te habrá producido, seguramente, risa: ¿pueden sufrir tal cosa los metales y puede alguien imaginarse un trozo de riel diciendo: estoy cansado? Asombra pensar que un trozo de hierro o acero termine por cansarse y ceder; pero si el hierro cede, si se afloja el acero, ¿por qué han de resistir más los nervios, los músculos, los tendones, las células cerebrales, la sangre? Y eso que muy poca gente sabe hasta dónde es capaz de resistir el ser humano. ¿Qué resistencia tiene? A veces, mayor que la del más duro acero, y lo que es más admirable, algunos parecen soportar más mientras más endebles son y mientras más deleznable es su constitución. Recordarás, de seguro, cómo aquel hombre que conosiste en la juventud, derrotado, herido nadie sabe por qué arma en lo más profundo de su ser animal o moral, resiste aún, vendiendo cordones de zapatos o mendigando; dejas de verlo un año, dos, y un buen día, cuando ya te has olvidado de él, reaparece y te ofrece sus cordones o sus diarios o te pide una limosna; cómo el morfinómano, sin casa, sin trabajo, sin familia, resistió durmiendo en las calles, en los bancos de las plazas o bajo los puentes, sin comer, sin abrigarse, con las manos más frías que las del más helado muerto, durante cinco o veinte años, enterrando a su primera y a su segunda mujer, a los hijos de la primera y a los de la segunda e incluso a sus nietos, sin poseer más tesoro que su jeringuilla y su gramo de morfina, para la cual tantas veces contribuiste unos pesos, y cómo el hemipléjico que tenía una herida tan grande como él, ya que le empezaba en el lóbulo derecho del cerebro y le terminaba en las uñas del pie izquierdo y que había, además, perdido un brazo -una locomotora se lo cortó mientras trabajaba, siendo niño, en una barraca- resistió durante diez o treinta años, a la soledad, sin poder comer, sin lavarse, vestirse ni acostarse ni levantarse por sus propios medios, sin dientes, medio ciego, sostenido sólo por su pierna derecha y por ese algo misterioso y absurdo que mantiene en pie aun a los que quisieran morir, para terminar fulminado por un ataque cardíaco, envidiado por todos los que temen morir de un cáncer o de un tumor cerebral. Y podrás ver en las ciudades, alrededor de las ciudades, muy rara vez en su centro, excepto cuando hay convulsiones populares, a seres semejantes, parecidos a las briznas de hierbas batidas por un poderoso viento, arrastrándose apenas, armados algunos de un baldecillo con fogón, desempeñando el oficio de gasistas callejeros y en compañía de mujeres que parecen haber sido fabricadas por ellos mismos en sus baldecillos, durmiendo en sitios eriazos, en los rincones de las aceras o la orilla del río, o mendigando, con los ojos rojos y legañosos, la barba grisácea o cobriza, las uñas duras y negras, vestidos con andrajos color orín o musgo que dejan ver, por sus roturas, trozos de una inexplicable piel blanco azulada, o vagando, simplemente, sin hacer ni pedir nada, apedreados por los niños, abofeteados por los borrachos, pero vivos, absurdamente erectos sobre dos piernas absurdamente vigorosas. Tienen, o parecen tener, un margen no mayor que la medidaque puede dar la palma de la mano, cuatro traveses de dedo, medidas más allá de la cual está la inanición, el coma y la muerte, y se mueven y caminan como por un senderillo trazado a orillas de un abismo y en el cual no saben sino sus pies: cualquier tropiezo, cualquier movimiento brusco, hasta diriáse que cualquier viento un poco fuerte podría hecharlos al vacío; pero no; resisten y viven durante decenas de años; tú puedes perder a tu madre, a tu mujer, a tus hijos, a tus amigos, todos sanos y fuertes, sin fallas; ellos persisten, irritando con su presencia a los enfermos y a los sanos, a los poderosos y a los humildes, a los viejos y a los jóvenes, sin que nadie pueda explicarse cómo pueden resistir, en un mundo que predica la democracia y el cristianismo, semejantes seres. Pero tú, amigo mío, eres sano, has sido creado como una vara de mimbre, elástica y firme, o como una de acero, flexible y compacta; no hay fallas en ti, no hay heridas, ni aparentes ni ocultas, y todas tus fuerzas, tus facultades, tus virtudes están intactas y se desarrollarán a su debido tiempo o se han desarrollado ya, y si alguna vez piensas en el porvenir y sientes temor, ese temor no tiene sino el fundamento que tienen todos los temores que experimentan los seres humanos que miran hacia el porvenir; la muerte; pero nadie se muere la víspera y el día llegará para todos y, hagas lo que hicieres también para ti. Hoy es un día de sol y de viento y un adolescente camina junto al mar; parece, como te decía hace un instante, caminar por un sendero trazado a orillas de un abismo. Si pasas junto a él y le miras, verás su rostro enflaquecido, su ropa manchada, sus zapatos gastados, su pelo largo y, sobre todo, su expresión de temor; no verás su herida, esa única herida que por ahora tiene, y podrás creer que es un vago, un ser que se niega a trabajar y espera vivir de lo que le den o de lo que consiga buena o malamente por ahí; pero no hay tal: no te pedirá nada y si le ofreces algo lo rechazará con una sonrisa, salvo que al ofrecérselo le mires y le hables de un modo que ni yo ni nadie podría explicarte, pues esa mirada y esa voz son indescriptibles e inexplicables. Y piensa que en este mismo momento hay, cerca de ti, muchos seres que tienen su misma apariencia de enfermos, enfermos de una herida real o imaginaria, aparente o oculta, pero herida al fin, profunda o superficial, de sordo o agudo dolor, sangrante o seca, de grandes o pequeños labios, que los limita, los empequeñece, los reduce y los inmoviliza."

A veces pienso cosas y me creo grosa por eso, luego las escribo. Fin.

Tenía eso, el título de la entrada, antes como descripción del blog. Es que quería agregar algo, quería que Inflexionando creciera más, pero me daba algo raro dentro mutar tanto este blog, que su objetivo se vuelva difuso antes de alcanzarlo.
No recuerdo haber puesto cuentitos o poemas acá, quizás si, pero no, no me acuerdo. Entonces cuando quise hacerlo intenté de escribir en mi tumblr, fallando épicamente.

Al final en el único lugar donde me siento cómoda escribiendo públicamente es acá. Y bueno, voy a solucionar mi error anterior pasando las cositas que hay en "filysofia", mi tumblr, para acá. Por ahora esto:

“Recuerdos húmedos”
Un día, al fin, me dijo que sí y nos fuimos de viaje a la playa. Esperábamos calor y sol para usar poca ropa pero estaba muy nublado, él se enfurruñó y no quiso salir de la habitación. Yo me puse triste ¿por qué las nubes jodían justo cuando aceptó? pero la verdad a mi me gustaba este clima, entonces agarré mis cosas y salí con la ilusión de mojarme los pies en el agua fria.
No reuerdo nada más del viaje por ahora, seguro no importa, sólo hay nubes, el mar frio y el aire húmedo-salado… la sensación que ese día el ciclo del agua y yo fuimos uno sólo. Llamémosle “recuerdos húmedos” para hacerlo más interesante.


Cuando lo escribí creía que era coherente.
¿Y si rompo la capilaridad del espejismo en tu pupila? Entonces yo aumento mi frecuencia, las ondas largas y por un momento ya no existo más. Para eso convertir mi voz en cuchilla y mi boca en volcán porque si no tendré que soportar el aluvión, tormenta con su perfume a culpa. Soportar o hacer lo mejor para mí. Y nosotros.


Su-pérdida.

Un par de días después me enfermé. Supongo que apropósito, quería que las últimas horas se repitieran por siempre hasta que perdieran el sentido que les había encontrado mientras me lavaba las manos. No podía, ni quería, salir de la cama ni dejar de recibir su atención. 
Ahí afiebrada me aburría, él no podía pasar todo el día conmigo, si no estaba él ¿para qué me iba a quedar en su cama? Todo lo que era su perdía sentido si él no estaba, todas sus cosas, todas sus palabras, su olor y hasta su yo. Es decir, yo. ¿Aun me soy?
Paso corriendo, ahuyentando a los segundos, pero vuelven como palomas hambrientas. Paso corriendo con fiebre, paso corriendo para enfermarme más y llamar tu atención.
¿Para qué llamar tu atención ahora si no estás?

07 mayo, 2012

Desde el otro lado.

Vengo a escribir esto mirando hacia abajo. Es complicado, muy personal, rídiculo inclusive, pero lo quiero dejar acá y no escondido en otros lugares de mi internetz. Les pido consideración con las cosas que expreso acá. Creo que nunca dejé en Inflexionando algo así, que me deje tan vulnerable.

Anoche mi cabeza tuvo un click, no sé cómo explicarlo pero las cosas ya no son iguales. Daniel me dijo que estas cosas iban a pasar a lo largo de mi terapia, no esperaba algo tan revelador asi de pronto.

Quisiera explicarles qué fue lo que cambió pero es difícil, estoy entrando en cosas tan establecidas en mi cerebro que es como si escribiera sobre que el cielo es azul. Obviedades. Cosas que están tan asimiladas que parece ridículo hablarlas.

Ahora me viene a la mente algo como... el daltonismo. Esto es para tratar de ejemplificar. Había una vez un niñito que, como todos cuando chiquititos, aprendió los colores, los colores, los nombres de cada color y de qué color es cada cosa, el sol es amarillo, el mar lo pintamos azul, etc. Nadie sabía que este niño era daltónico, hasta que un día su madre vio un dibujo que había pintado; los colores del árbol estaban invertidos. La madre le pregunta al niño por qué pintó las hojas marrones y el tronco verde, el niño la mira raro, no era así, no para él, que veía esos dos colores invertidos y que los había aprendido con esos nombres, todo lo que era "verde" él lo veía marrón, así que el color marrón se llamaba "verde".
Los conceptos, las cosas que aprendemos, a veces están tan en el fondo, creadas en un momento que desconocemos que no sabemos que no es lo que el resto piensa, que hay algo distinto y, por lo general, eso trae problemas. Nos sentimos incomprendidos si la definición que tenemos de algo pensamos que es la misma que la de los demás pero, al final, resulta que no es así.

Pero lo que cambió en mí no es realmente la definición de un concepto, sino que se creo uno nuevo. Se creo algo que nunca había considerado. No sé por qué nunca lo había tenido en mente pero bueno...

Quizás ya había escuchado la palabra pero el click se hizo anoche, cuando, mientras Daniel me abrazaba, porque yo estaba en los típicos bajones que vengo teniendo actualmente, y me dice "yo soy tu compañerito". Se refería, claro, a algo que veníamos hablando hace tiempo, en ser compañeros para el resto de la vida, alguien, una pareja que te acompaña por siempre. Tengo claro y de hecho me encanta ser compañera, es una de las cosas que más me gustan de estar en pareja, sin embargo nunca, pero nunca, había considerado el hecho de que un "novio" es también mi compañero. Es decir, yo siempre había sido novia pero nunca había sentido o pensado o más bien razonado, que yo tenía algo también. Y ese algo eran las mismas cosas que yo daba.
No sé si se entiende es, ahora que lo veo desde afuera, muy extraño ¿por qué mi concepción de pareja fue siempre de un sentido? Y no es que no le haya pedido cosa a las parejas que tuve, sino que me parecían cosas básicas o que me las había ganado, comprar el derecho de tener/pedir algo mediante las acciones que yo hacía, sino deberlo, sino pedirlo con culpa.

Muchas cosas me daban culpa. El tiempo por ejemplo. Si yo necesito tiempo de mi pareja y él elegía quedarse conmigo en vez de cumplir sus obligaciones, yo sentía culpa. Cuando yo manifestaba esa sensación, solía recibir un "pero soy tu novio". Ahora me da ternura eso, lo veo como él queriendo cumplir con su parte de compañero, diciendome que no entiendía por qué me daba culpa si en una situación inversa yo haría lo mismo. Pero hasta anoche yo no veía las cosas desde el otro lado, si yo daba tiempo era parte de lo que quería o mi obligación por el compromiso, si lo recibía era porque era necesario que del otro lado me cuidaran o que me dieran algo para que yo siguiera entregando. Culpa porque yo no merecía ese tiempo que me daban, no me correspondía
Pausa. Me duele recordarlo.
Era una situación completamente desequilibrada como pareja, insalubre para mis emociones. No había igualdad, podría decirse que era una visión como si yo fuera una mascota. Había cariño, cuidado y todo eso, pero no era un igual.

Anoche, por primera vez, me sentí como un igual en una pareja. Y fue... desbordante emocionalmente. Quisiera decir feliz porque también fue algo feliz y aliviante pero no, no fué sólo eso, también tuve rabia y mucha pena ¿cuándo pasó eso? ¿cuándo creí que esa situación era la normal, que era justo? ¿por qué no me di cuenta antes? No lo sé. Los colores estaban invertidos y yo no sabía, creo que lo aprendí así. No sé en qué momento de mi historia se formó eso pero me alegro de haberlo roto.

Nunca había considerado qué quería de un compañero en mi vida, porque nunca había pensado que podía tener uno. Sabía si qué quería en un hombre como pareja, qué me gusta, qué me atrae, qué espero en el compromiso pero la idea de compañía, de que así como yo quiero ayudar en los proyectos de mi pareja, él también me va a ayudar. La idea que no estoy sola, que tengo alguien bancándome, en los momentos felices y en los momentos tristes, cuando quiera hacer algo, cuando no quiera, cuando... no sé... todo.
Pausa.

Por eso me sentía tan sola. Por eso la compañía se desvanecía. Porque esta cosa tan desigual se mezcló también con la amistad, con la familia, con toda relación humana en distinto grado. Aun no sé medir ese grado pero creo que en pareja era más fuerte que en otro lado -o aun no me hizo click en las otras situaciones-.
En la amistad si me doy cuenta cuando pasa porque siempre que necesito un amigo me da culpa pedirle tiempo. Es decir, está mal para mí pedirle amistad a un amigo, ó lo estaba. Tenía que sentir que era un igual para no sentirme mal o que le había entregado mucho a esa persona. Esa igualdad creo que tiene que ver con las similitudes de la historia personal de cada uno, pero esa es una respuesta poco pensada para que eso cierre, no estoy segura.

Me da rabia pensar cuántos momentos he arruinado por culpa de esto. También pena. No pude hacer otra cosa que no fuera disculparme con Daniel. Le pedí perdón por las veces en las que él me inentivaba a hacer las cosas que me gustan pero yo me sentía agredida, obligada a hacer algo. En ese perdón iban también otras cosas como, por ejemplo, muchos de mis miedos, cosas que salieron mal sólo por sentirme inferior. Porque ese era el problema. Yo no podía elegir, yo no podía estar segura de nada de lo que hacía porque no tenía la autoridad ni el derecho de hacerlo y, sin embargo, tenía qué poder como cualquier persona normal. (También le pedí paciencia si algo me empezaba a salir mal desde ahora, todo cambiaba y bueno... era como que si casi nunca hubiera tenido una pareja, al menos de la forma que entendía ese concepto ahora).

No sé qué pasó en mi cerebro que las cosas estaban tan mal. Y siguen habiendo muchas más que lamentablemente no sé dónde están. Me angustia bastante el daño que hago/hice a muchas personas con estos conceptos errados o, al menos, dañinos. Pero tampoco me puedo culpar, no fue algo que hice apropósito. Sólo puedo intentar seguir y crecer más, haciendo las cosas mejor, gracias a que algo cambió en mí.

Al final no sé si pude explicar o si por ser tan obvio algo que no veía no se comprende o, si por la misma razón, se ve estúpido. Sólo puedo sentirme completamente expuesta pero más fuerte.

Tengo muchas cosas que pensar, algo tan pequeño enrealidad me cambia todo. Tengo menos miedo, tengo más energía, tengo que evaluar los planteamientos que se desligan a partir de "compañero en la vida" ¿qué quiero?, tengo que tener esto en mente porque estoy acostumbrada a actuar de otra forma, tengo que darme cuenta en qué otros parámetros estaba incluyendo este razonamiento.

Es muy raro poder ver las cosas del otro lado. Que no sé si es otro lado, es unir un túnel, tenía una barrera que no dejaba que el otro se acercara mientras más cerca debí estar. Todo se siente distinto.

Me vuela la cabeza. Y de este hilo se unen tantas otras cosas. Todo muy serio y muy jodido.

Pero, calma, con pausas, respirar hondo y seguir, y sonreir, que no recuerdo la última vez que me sentí tan poco sola. Tan... soportada. Contenida. Querida como un igual.

23 abril, 2012

Fragilidad

Cambia tus sentidos. Cosas para no pensar. Y otras yerbas.

Me repito continuamente las leyes bajo las cuáles fue forjado este blog, así me siento más libre de tratar estas cosas, que no son las que quería comentar. Quería hablarles de la Brotherzone o sobre las reglas a seguir para ser el rey de los hipsters o pensamientos vagos sobre cuál es el sentido que más felicidad nos puede dar. Qué se yo. Cosas. Pero no me sale... porque estoy muy frágil.

Y yo podría culpar a las fechas actuales, el otoño, el próximo inicio de mayo y los recuerdos de la historia que no sé localizar. Pero crecí un poquito, entonces me culpo a mí misma. Ugh.

No está bueno culparse a uno mismo cuando se está frágil, porque básicamente todo duele cuando uno está frágil, así que "las cosas que duelen siempre" van con attack x2. Trataré de cambiar la narrativa actual (es gracioso porque no sé nada de narrativa).

La sensación de fragilidad es básicamente la sensación de una herida dentro. Sentir el corazón trizado, pero está bien, o sea, uno es humano, estas cosas pasan, shit happens, uno vive con trizaduras de historias que no logró cerrar -hasta que las logra cerrar, o no-. No suena tan terrible hasta que pienso en el miedo. Uno puede vivir con un cartel que diga "no apoyarse, vidrio roto", pero aunque todos hicieran casos hay cosas que no se podrán controlar e, inevitablemente, van a romper el vidrio. Podría ser que en un estado de fragilidad ningún evento lo rompa a uno, pero mientras tanto se va a tener tengo miedo. Tengo miedo de romperme, tengo miedo de deprimirme feo como me suele pasar, que se me caen todas las angustias sobre la cabeza al mismo tiempo y pierdo el control, tengo miedo a volver a pasar por todas esas sensaciones horribles. Confieso. Aunque creo que es obvio.

Entonces la fragilidad lleva al miedo y PORSUPUESTOQUE el miedo lleva a la angustia. O sea, por miedo a que se me caigan las angustias como balde de agua genero otra. Y la angustia nos paraliza.

La fragilidad me deja inmóvil. Y es tal la situación que no puedo seguir adelante con mi rutina. No puedo cumplir con mis obligaciones básicas. Apenas puedo con mis necesidades básicas. Porque estoy congelada y trizada, porque la fragilidad, la debilidad de mi ser, el miedo, hace que me aleje de cualquier probabilidad de enfrentarme a alguna de mis angustias. Una de estas es, por ejemplo, el error.
No puedo hacer nada que pueda resultar mal. 

Tampoco puedo exponerme con la gente "allá afuera". Me siento muy frágil como para interactuar con cualquiera, me siento muy mareada controlando este torrente de mierda como para actuar normal. Estoy agotada tratando de no ceder y quedarme en la fragilidad en vez de pasar a la angustia.

Hay que eliminar la fragilidad.

¿Cómo?

Podría ser más fuerte para que eventualmente la fragilidad desaparezca, pero primero tengo que sanar la grieta dentro. ¿Cómo? 
No sé. Hablar de esto me hace bien, me calma, más bien, puedo poner en un lugar estás cosas y que no queden dentro. Pero la sensación del daño interno no se va. Sin embargo no me siento así todo el tiempo, así que debe existir alguna forma de pasar al estado normal. Pero desconozco el procedimiento. Lo desconozco tanto que no sé si puedo hacerlo sola, tanto que no recuerdo ningún paso a seguir. Entonces espero.

Espero encerrada, lejos de todo. Como un jarrón muy antiguo de museo... ¿Cuándo fue la última vez que visitaste un museo?

13 febrero, 2012

No hay receta.

Creo haber hecho las cosas bien.
Me ha estado pasando seguido estos días que la gente me agradezca cosas, varias cosas, todas hechas para hacer sentir bien al resto.
Conocí la retribución. Recibí cosas a cambio cuando lo que hice fue de la forma más desinteresada posible -posible: sabemos que no existe el desinterés 100%-.

Entonces, estoy feliz.

Y no tengo miedo a perder esa felicidad.

Quizás madure y aprendí que las causas de la felicidad cambian y se van renovando siempre. Que por eso "no es eterna". O quizás el desinterés me hace sentir que este sentimiento no me pertenece, y lo dejo ir.

Creo haber hecho las cosas bien... a pesar de creerme error de la vida tantas veces anteriormente.

Siento haber hecho las cosas bien, no sé cómo las hice, qué patrón seguir para no cambiar, pero cómo, justamente, antes no lo sabía, sé que puedo seguir así o mejor.

Podría ser que la ignorancia nos haga felices. Ignorar cómo fue que la hicimos para ser felices. Que la ausencia de una receta para la felicidad sea exactamente lo que nos lleva a ella.

01 febrero, 2012

Dosenuno. No siempre más es mejor.

En algún momento, toda persona que nos importe pasará a ser dos. Esto es, tendremos dos visiones (o quizás más) de una misma persona. Y puede ser problemático.

Si las dos versiones son muy distintas surgen esos sentimientos de amor-odio y semejantes.

Recordar al ex que ya fue, todo pasó, ahora son nada, sentimientos tranquilos. Luego recordar las cosas malas y sentir hervir de ira, odiarlo. Y ahí está, muy simple, muy bonito. Dos personas en una.

Entonces, aprendamos, que no hay dos personas, sólo eventos pasados que aun no aprendimos a dejar. Fijar esos ventos en el pasado, ya no son parte, ya no están, quedarse con lo bueno. O por último con lo actual.

Espero, en otro momento, poder desarrollar más al respecto. Más bien, tener las respuestas de como terminar de matar las versiones que ya fueron.

Inflexionando, que ya no redirige más a páginas de viagra, ha vuelto. Pretendo, como meta, escribit mínimo una vez por mes. Como es primero de febrero, corresponde a Enero que no tuvo nada :P